Amianto: una vida de angustia

Primer juicio por la zozobra delos trabajadores expuestos al amianto

El Juzgado de lo Social 2 de Barcelona será el primero en resolver la petición de un grupo de trabajadores que reclama que se reconozca como enfermedad profesional los trastornos de angustia y la zozobra que sufren muchas de las personas que durante años han trabajado expuestas al amianto

«La zozobra es un problema de salud con efectos constatables sobre nuestro bienestar y la integridad física del organismo -explica Àlex Tisminetzky, abogado del Colectivo Ronda que asesora a los demandantes- y, como tal, resulta perfectamente exigible que las empresas que han expuesto sus trabajadores al amianto sin adoptar las pertinentes medidas de seguridad se hagan cargo de indemnizar a estas personas por el sufrimiento de una vida entera de angustia. Además, aquellas personas que han desarrollado episodios de depresión y crisis de ansiedad graves por este sufrimiento, deberían ver reconocidas sus afectaciones psíquicas con el mismo trato que se da a cualquier patología de origen laboral».

La profunda angustia de los trabajadores de la antigua Honeywell, actual Federal Mogul, resulta plenamente justificada. La empresa, dedicada a la fabricación de pastillas de freno dirigidas principalmente a la industria de la automoción, utilizó el amianto como principal materia prima desde el año 1952 hasta 2002, cuando se hizo efectiva la total prohibición de utilizar este material en España. Y durante todo este tiempo, según consta acreditado en diferentes informes del Instituto Nacional de Higiene y Salud en el Trabajo, Honeywell incumplió sistemática y reiteradamente las medidas de prevención legalmente previstas para proteger la salud de los trabajadores expuestos al amianto. De hecho, la empresa ha sido condenada en una veintena de ocasiones, incluyendo resoluciones del Tribunal Supremo, por el fallecimiento y las graves patologías que han sufrido miembros de su plantilla como consecuencia de la inhalación de las fibras de amianto en condiciones de carencia de medidas de prevención. Entre los incumplimientos más graves mencionados en las resoluciones judiciales encontramos la ausencia de controles médicos específicos y dobles taquillas para evitar la contaminación de la ropa de calle, falta de equipos individuales de protección y formación específica dirigida a los trabajadores, mediciones de densidad de fibras al ambiente con resultados muy por encima de los límites máximos legalmente permitidos, inexistencia de sistemas de extracción localizada y ventilación o la negativa de la empresa a satisfacer la obligación de hacerse cargo de la limpieza de la ropa de trabajo de su plantilla para evitar que las fibras adheridas al tejido pudieran llegar a los hogares poniendo en peligro la salud de sus propias familias.

Una empresa reiteradamente condenada

La evidencia del reiterado incumplimiento de la obligación por parte de Honeywell de adoptar las pertinentes medidas de prevención contribuye de forma plenamente comprensible a acentuar la angustia de los trabajadores que aún no han enfermado pero pueden hacerlo a corto, medio o largo plazo pues las enfermedades vinculadas a la exposición al amianto presentan largos periodos de latencia, habitualmente de entre 20 y 40 años. Siendo así, para miles que estuvieron en contacto con el amianto tanto a las históricas instalaciones de la empresa en El Prat de Llobregat como, posteriormente, en la Zona Franca de Barcelona, ​​la larga latencia de las enfermedades supone vivir con la angustia permanente de saber que en cualquier momento podrían empezar a desarrollar una patología mortal. Algunas de las más habituales, como es el caso del mesotelioma o cáncer de pleura, presentan una esperanza de vida que sólo en el 20% de los casos llega a los dos años, siendo inferior para el resto de víctimas.

«El miedo no desaparece nunca -afirma uno de los demandantes- pero el peor momento es el de la revisión anual. Esperar el resultado y saber que, si todo va bien, al menos tenemos un año más de tregua. Y aún gracias que nosotros estamos sometidos a estos controles de salud. La mayoría de personas que han estado expuestas al amianto no se benefician de estas revisiones médicas y aún desconocen el riesgo al que han estado expuestos o los efectos del amianto sobre la salud. Pero es difícil explicar cómo de angustioso resulta saber que al menos hasta el año 2040 no podemos estar seguros de no llevar a nuestros pulmones una sentencia de muerte »

Importante precedente en Francia

El juicio del próximo 1 de septiembre no tiene ningún precedente en España, pues hasta ahora no se había reclamado que los trastornos de angustia y zozobra derivados de esta situación de peligro latente vieran reconocido su origen laboral. «El malestar psíquico y las afectaciones de origen psicológico siguen siendo las grandes olvidadas en el ámbito de la salud laboral, a pesar de la capacidad de este tipo de dolencias para trastornar nuestra vida -afirma el abogado- No hablamos de afectaciones intangibles sino de alteraciones que tienen reflejo en nuestro estado físico y en nuestra expectativa de futuro». Ahora bien, a pesar que, como mencionábamos anteriormente, no se ha celebrado ningún juicio de análogas características en España y, por tanto, ésta será la primera vez que un juzgado español se pronunciará respecto a la cuestión planteada, lo cierto es que el origen laboral de los trastornos que tienen origen en la zozobra provocada por el riesgo inherente a la exposición laboral al amianto encuentra un precedente directo en una sentencia dictada en junio de 2016 por el Tribunal Superior de Justicia de Paris. En aquella ocasión, el Alto Tribunal parisino impuso a BOSCH - empresa que absorbió la división francesa de Honeywell- la obligación de indemnizar 80 empleados de la antigua Honeywell por «lesiones de ansiedad» en relación a la exposición al amianto que habían sufrido estos empleados.

«Es evidente que esta sentencia - prosigue Àlex Tisminetzky- no puede ser invocada en España y que hablamos de un marco legislativo diferente, pero el razonamiento fundamental que hay detrás de la decisión del Tribunal Superior de Justicia de París es extrapolable a la misma situación que también aquí han sufrido los trabajadores de la misma empresa. Ni en París ni en El Prat se adoptaron medidas para proteger la salud de los trabajadores frente a un peligro que era sobradamente conocido y que contaba con normativa de obligada aplicación. Ahora, estos trabajadores tienen que vivir con una sombra situada permanentemente sobre sus vidas que oscurece su futuro y el de sus familias sin haber podido hacer nada para evitarlo y ni tan siquiera ser conscientes del peligro que les rodeaba, porque entre los incumplimientos demostrados por parte de Honeywell está la falta de información trasladada a la plantilla. Es necesario que este daño sea reconocido »

Primer juicio por la zozobra delos trabajadores expuestos al amianto

«La zozobra es un problema de salud con efectos constatables sobre nuestro bienestar y la integridad física del organismo -explica Àlex Tisminetzky, abogado del Colectivo Ronda que asesora a los demandantes- y, como tal, resulta perfectamente exigible que las empresas que han expuesto sus trabajadores al amianto sin adoptar las pertinentes medidas de seguridad se hagan cargo de indemnizar a estas personas por el sufrimiento de una vida entera de angustia. Además, aquellas personas que han desarrollado episodios de depresión y crisis de ansiedad graves por este sufrimiento, deberían ver reconocidas sus afectaciones psíquicas con el mismo trato que se da a cualquier patología de origen laboral».

La profunda angustia de los trabajadores de la antigua Honeywell, actual Federal Mogul, resulta plenamente justificada. La empresa, dedicada a la fabricación de pastillas de freno dirigidas principalmente a la industria de la automoción, utilizó el amianto como principal materia prima desde el año 1952 hasta 2002, cuando se hizo efectiva la total prohibición de utilizar este material en España. Y durante todo este tiempo, según consta acreditado en diferentes informes del Instituto Nacional de Higiene y Salud en el Trabajo, Honeywell incumplió sistemática y reiteradamente las medidas de prevención legalmente previstas para proteger la salud de los trabajadores expuestos al amianto. De hecho, la empresa ha sido condenada en una veintena de ocasiones, incluyendo resoluciones del Tribunal Supremo, por el fallecimiento y las graves patologías que han sufrido miembros de su plantilla como consecuencia de la inhalación de las fibras de amianto en condiciones de carencia de medidas de prevención. Entre los incumplimientos más graves mencionados en las resoluciones judiciales encontramos la ausencia de controles médicos específicos y dobles taquillas para evitar la contaminación de la ropa de calle, falta de equipos individuales de protección y formación específica dirigida a los trabajadores, mediciones de densidad de fibras al ambiente con resultados muy por encima de los límites máximos legalmente permitidos, inexistencia de sistemas de extracción localizada y ventilación o la negativa de la empresa a satisfacer la obligación de hacerse cargo de la limpieza de la ropa de trabajo de su plantilla para evitar que las fibras adheridas al tejido pudieran llegar a los hogares poniendo en peligro la salud de sus propias familias.

Una empresa reiteradamente condenada

La evidencia del reiterado incumplimiento de la obligación por parte de Honeywell de adoptar las pertinentes medidas de prevención contribuye de forma plenamente comprensible a acentuar la angustia de los trabajadores que aún no han enfermado pero pueden hacerlo a corto, medio o largo plazo pues las enfermedades vinculadas a la exposición al amianto presentan largos periodos de latencia, habitualmente de entre 20 y 40 años. Siendo así, para miles que estuvieron en contacto con el amianto tanto a las históricas instalaciones de la empresa en El Prat de Llobregat como, posteriormente, en la Zona Franca de Barcelona, ​​la larga latencia de las enfermedades supone vivir con la angustia permanente de saber que en cualquier momento podrían empezar a desarrollar una patología mortal. Algunas de las más habituales, como es el caso del mesotelioma o cáncer de pleura, presentan una esperanza de vida que sólo en el 20% de los casos llega a los dos años, siendo inferior para el resto de víctimas.

«El miedo no desaparece nunca -afirma uno de los demandantes- pero el peor momento es el de la revisión anual. Esperar el resultado y saber que, si todo va bien, al menos tenemos un año más de tregua. Y aún gracias que nosotros estamos sometidos a estos controles de salud. La mayoría de personas que han estado expuestas al amianto no se benefician de estas revisiones médicas y aún desconocen el riesgo al que han estado expuestos o los efectos del amianto sobre la salud. Pero es difícil explicar cómo de angustioso resulta saber que al menos hasta el año 2040 no podemos estar seguros de no llevar a nuestros pulmones una sentencia de muerte »

Importante precedente en Francia

El juicio del próximo 1 de septiembre no tiene ningún precedente en España, pues hasta ahora no se había reclamado que los trastornos de angustia y zozobra derivados de esta situación de peligro latente vieran reconocido su origen laboral. «El malestar psíquico y las afectaciones de origen psicológico siguen siendo las grandes olvidadas en el ámbito de la salud laboral, a pesar de la capacidad de este tipo de dolencias para trastornar nuestra vida -afirma el abogado- No hablamos de afectaciones intangibles sino de alteraciones que tienen reflejo en nuestro estado físico y en nuestra expectativa de futuro». Ahora bien, a pesar que, como mencionábamos anteriormente, no se ha celebrado ningún juicio de análogas características en España y, por tanto, ésta será la primera vez que un juzgado español se pronunciará respecto a la cuestión planteada, lo cierto es que el origen laboral de los trastornos que tienen origen en la zozobra provocada por el riesgo inherente a la exposición laboral al amianto encuentra un precedente directo en una sentencia dictada en junio de 2016 por el Tribunal Superior de Justicia de Paris. En aquella ocasión, el Alto Tribunal parisino impuso a BOSCH - empresa que absorbió la división francesa de Honeywell- la obligación de indemnizar 80 empleados de la antigua Honeywell por «lesiones de ansiedad» en relación a la exposición al amianto que habían sufrido estos empleados.

«Es evidente que esta sentencia - prosigue Àlex Tisminetzky- no puede ser invocada en España y que hablamos de un marco legislativo diferente, pero el razonamiento fundamental que hay detrás de la decisión del Tribunal Superior de Justicia de París es extrapolable a la misma situación que también aquí han sufrido los trabajadores de la misma empresa. Ni en París ni en El Prat se adoptaron medidas para proteger la salud de los trabajadores frente a un peligro que era sobradamente conocido y que contaba con normativa de obligada aplicación. Ahora, estos trabajadores tienen que vivir con una sombra situada permanentemente sobre sus vidas que oscurece su futuro y el de sus familias sin haber podido hacer nada para evitarlo y ni tan siquiera ser conscientes del peligro que les rodeaba, porque entre los incumplimientos demostrados por parte de Honeywell está la falta de información trasladada a la plantilla. Es necesario que este daño sea reconocido »