18-O: defender nuestros derechos. Todos nuestros derechos
Manifiesto del Colectivo Ronda con motivo de la jornada de huelga general en Cataluña convocada por Intersindical-CSC e Intersindical Alternativa de Cataluña (IAC) para el próximo viernes 18 de octubre.
Las organizaciones sindicales Intersindical- CSC e Intersindical Alternativa de Cataluña (IAC) han convocado una jornada de huelga general en Cataluña que, tras un cambio de fecha respecto la propuesta inicial, queda definitivamente señalada para el próximo viernes 18 de octubre. La huelga plantea, entre otras motivaciones, la necesidad de derogar definitivamente la reforma laboral perpetrada en el año 2012, la creación de un salario mínimo interprofesional en Cataluña establecido en 1200 euros, dotar de mayores recursos a la Inspección de Trabajo para desarrollar su labor supervisora y sancionadora, lograr una verdadera igualdad de género en el mundo laboral y abogar por la recuperación del poder adquisitivo de salarios y pensiones.
Resulta imposible ignorar que esta convocatoria llega en un momento de intensa convulsión política y social. Un momento en el que son muchas las voces que, desde una pluralidad de ángulos y posicionamientos, coinciden en señalar el recurso creciente a la represión y la laminación de derechos ciudadanos por parte de las diferentes encarnaciones del poder, ya sea el que reside y emana de las instituciones de representación política como el que tiene origen en el ejercicio de la dominación económica.
Desde el Colectivo Ronda compartimos esta sensación, por no decir certeza, de vivir inmersos en un contexto de regresión democrática que no hace sino airear impúdicamente las debilidades y limitaciones del sistema de garantías construido alrededor de la desbordada Constitución del 78. Y esta dinámica de regresión forzada, pérdida de derechos y deformación de la condición plena de ciudadanía encuentra en el ámbito de las relaciones laborales uno de los escenarios más punzantes y evidentes.
Nuestros derechos laborales, conseguidos siempre con el prefacio obligado de largas y dolorosas luchas, no son otra cosa que una proyección de los derechos que nos acompañan por el mero hecho de ser ciudadanos de sociedades que se pretenden libres y democráticas. La existencia de estos derechos no está dotada de autonomía respecto el marco más amplio de la propia existencia y de la dignidad de ésta. Al contrario, los unos dependen de los otros y, por tanto, resulta imposible concebir un marco justo de relaciones laborales cuando no existe un marco justo para el ejercicio del conjunto amplio de libertades que son (o deberían ser) nuestra prerrogativa como ciudadanos. Derechos laborales y garantías democráticas se incardinan íntimamente sin margen para la exclusión y, en su condición de vasos comunicantes, comparten inevitablemente pérdidas y ganancias.
La huelga general es una de las principales formas de expresión de la legítima disconformidad de la clase trabajadora y se configura como elemento de conflicto y manifestación de expresión popular. Las puertas cerradas de los centros de trabajo actúan siempre como metáfora precisa y tangible del descontento y también como recordatorio, para quien corresponda atenderlo, de la voluntad de hacer frente al cansancio, la desidia o la tentación de la renuncia a la la hora de defender nuestros derechos. Todos nuestros derechos. Y es desde esta convicción de la necesidad imperiosa de construir diques de contención frente a la actual dinámica de pauperización democrática y económica que debemos concebir la huelga general como instrumento válido de un disentimiento colectivo merecedor de reconocimiento, comprensión y apoyo.